El uso de la ejecución formal como castigo se
remonta prácticamente a los principios mismos de la historia escrita. Muchos
registros históricos, así como prácticas tribales primitivas, indican que la
pena de muerte ha sido parte de los sistemas judiciales desde el principio de
la existencia de los mismos.
Desde finales del siglo XVIII existe en todo el
mundo una tendencia a emplear formas de ejecución menos dolorosas, o más
«humanitarias». En esas fechas, por ejemplo, en Francia apareció la Guillotina,
mientras que el Reino Unido prohibió la pena de ahorcamiento con
descuartizamiento a principios del siglo XIX. En los Estados Unidos se
introdujeron la silla eléctrica y la cámara de gas como métodos de ejecución
más humanitarios que la horca, pero han sido casi totalmente desplazados en
favor de la inyección letal, que a su vez ha sido criticada como demasiado
dolorosa. A pesar de todo, algunos países aún emplean métodos de ahorcamiento
«lento», decapitación por espada e incluso lapidación.
En estas entradas me gustaría hacer un repaso
de algunas de las formas de ejecución que se han usado a lo largo y ancho de
este mundo y que, hoy en día, se siguen utilizando varias de ellas. Unas más
“humanitarias”, otras más crueles, pero en definitiva todas terribles.
La silla eléctrica
Sin duda el máximo exponente de la pena
capital, tal vez porque estamos acostumbrados a verlo en las películas, pero
siempre que se piensa en la pena de muerte nos viene la imagen de esa
aterradora silla eléctrica.
Método
El prisionero condenado era atado a la silla,
con un electrodo en la cabeza y otro en la pierna. Como mínimo se aplicaban dos
choques eléctricos durante varios minutos dependiendo de la persona. El voltaje
inicial de más o menos 2 kV servía para romper la resistencia inicial de la
piel y causar inconsciencia (o, al menos, eso se pretendía). El voltaje se
bajaba para reducir la cantidad de corriente que fluía y para evitar que el
prisionero se quemase. Se usaba un flujo de corriente de 8 A. El cuerpo del
condenado alcanzaba temperaturas de 59 °C y el flujo de la corriente eléctrica
causaba daños graves a los órganos internos.
En principio, la inconsciencia debe producirse
en una fracción de segundo. Sin embargo, hay informes de víctimas cuyas cabezas
ardieron. En otros casos el transformador se quemó, lo que implica el dejar al
reo gritando de dolor en el suelo del cuarto de ejecución mientras se arreglaba
la silla.
Historia
La primera silla eléctrica fue inventada por
Harold P. Brown a finales del siglo XIX aunque a menudo se atribuye
erróneamente a Thomas Alva Edison si bien Brown trabajó para él. En aquella
época Edison competía con su sistema de corriente continua para la distribución
de la energía eléctrica con la compañía de George Westinghouse que usaba
corriente alterna, inventada y patentada por Nikola Tesla cuando trabajaba para
Edison. Fue en este contexto histórico, la llamada «guerra de las corrientes»,
en el que se desarrolló la silla eléctrica.
En 1886 la legislatura del estado nombró una
comisión para que investigara «el método más humano y práctico conocido por la
ciencia moderna para llevar a cabo la sentencia de pena de muerte». Obviamente
Edison y Westinghouse no tenían el más mínimo interés en que su sistema se
empleara para ello en la fundada creencia de que los consumidores no aceptarían
en sus hogares la misma electricidad usada para la ejecución de los criminales.
Acuciado por un alza en los precios del cobre
que comprometía su ya de por sí delicada posición competitiva, Edison inició
una campaña de desprestigio contra la Westinghouse afirmando que la corriente
alterna no era segura, campaña que alcanzó su cumbre en Nueva Jersey. Para
demostrar que la corriente alterna era más útil para las ejecuciones, Brown
mató varios animales, ante los medios de comunicación, incluyendo a un elefante
de circo llamado "Topsy",
empleando un generador de corriente alterna de 1000 V de la
Westinghouse. A partir de aquél suceso la ejecución con electricidad comenzó a
conocerse como «electrocución» palabra que terminó por imponerse no sin
oposición.
Aparentemente los experimentos dieron sus
frutos y la silla eléctrica de corriente alterna se adoptó por el comité en
1889.
Ejecuciones
La primera ejecución fue la de William
Kemmler el 6 de agosto de 1890, detenido
por el asesinato de su mujer. Aunque parecía nervioso, no perdió el control. Al
despertar se vistió con un traje que habían escogido para él. Caminó resueltamente hacia la cámara de la
muerte. Le preguntaron si tenía algo que decir. Dijo: “Bien, caballeros, les
deseo a todos buena suerte en este mundo. Y pienso que voy a un buen lugar y
los papeles han estado diciendo muchas cosas que no han sido”. El mismo Kemmler se desabrochó el traje y se
sometió a la preparación de la que se encargó el ayudante del verdugo. Este, un
tal Durston, cortó el pantalón a la altura de las rodillas y fijó un electrodo
sobre la pierna. Las manos del guardia se sacudieron abrochando las correas que
asegurarían a Kemmler a la silla. Un electrodo, con la forma de una tapa de
metal conteniendo una esponja, fue conectado a la cabeza. Otro fue conectado a
su espina dorsal, para proporcionar un sendero claro por el cuerpo para la
corriente. Los electrodos se humedecieron con una solución salina. Todos
estaban nerviosos, desde el director de la cárcel hasta el capellán. Kemmler,
que se daba cuenta de esto, les pidió tranquilidad. “Todo va bien”, los calmó.
Se arrellanó en la silla asegurándose de que su espalda cayera exactamente
sobre el hilo mortal, y con voz sonora advirtió: “Estoy dispuesto”. Pero luego
cambió de idea e hizo señas de que quería hablar. Expresó su deseo de que
comprobasen por última vez los electrodos.
En otro cuarto, el generador Westinghouse aumentaba el voltaje. Las
lámparas en su panel de control se iluminaron, indicando que habían alcanzado
700 voltios. Se accionó el interruptor que permitió a la corriente fluir hacia
la silla. La electricidad corrió por el cuerpo de William Kemmler por 17
segundos. Se convulsionó contra las correas y su rostro se volvió rojo
brillante. El médico corrió a examinarlo y exclamó: “¡Está vivo! ¡La corriente,
pronto!”. Los funcionarios dieron apresuradamente la orden de conectar de nuevo
la corriente. El generador estaba apagado y pasó algún tiempo hasta alcanzar el
voltaje otra vez. Mientras tanto, Kemmler gimió y luchó para tomar aire. Los
testigos estaban horrorizados. Cuándo el generador alcanzó 1.030 voltios la
corriente se conectó otra vez a la silla. Esta vez se mantuvo algo más de un
minuto. El humo subió de la cabeza de Kemmler. Había un olor a carne quemada y
un curioso sonido crujiente. Cuándo la corriente fue retirada, Kemmler estaba
muerto.
La cobertura periodística del hecho fue desde
lo sobrio a lo sensacionalista. Algunos informes de periódicos decían que
habían salido llamas de la boca de Kemmler. Algunos de los testigos se
preocuparon por lo que vieron y opinaron contra este método de ejecución. Al
día siguiente la prensa de Nueva York calificó la ejecución de «carnicería».
La silla eléctrica estuvo en el centro de la
crítica debido a varias situaciones en las cuales las víctimas no murieron
instantáneamente y tuvieron que ser sometidas a múltiples choques eléctricos,
llevando a un llamamiento para poner fin a esta práctica debido a que muchas
personas la veían como un castigo cruel e innecesario. Tratando de manejar esas
inquietudes, el protocolo de electrocución de Nebraska estipulaba que se debía
someter al condenado a una descarga de 2.450 V durante 15 s; tras esto y una
espera de 15 min, un médico verificaba si aún había señales de vida.
Anteriormente, se administraba una descarga inicial de 2.450 V durante 8 s,
seguida de una pausa de 1 s luego del cual se administraba una descarga de 480
V durante 22 s. Después de una pausa de veinte segundos, el ciclo se repetía
tres veces más.
Ethel y Julius Rosenberg fue un matrimonio de
Estados Unidos de América ejecutados en la silla eléctrica acusados de vender a
la URSS secretos de la bomba atómica. Fue la primera ejecución por espionaje de
civiles en la historia de Estados Unidos.
Ambos fueron ejecutados en la silla eléctrica
el 19 de junio de 1953, y, de acuerdo con las crónicas del caso, aunque Julius
murió a la primera descarga, su esposa Ethel, a pesar de ser una mujer más
pequeña y supuestamente frágil, resistió hasta tres descargas eléctricas antes
de fallecer, hecho del que se responsabilizó al diseño de la silla, construida
para una persona de mayor envergadura y cuyos electrodos al parecer no se
ajustaban adecuadamente al cuerpo de la mujer.
En 1946, la silla eléctrica no mató a Willie
Francis, quien gritaba "¡Paren! ¡Déjenme respirar!" mientras era
ejecutado. El motivo fue que la silla había sido mal instalada por un ayudante
ebrio. El caso fue llevado a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos
los abogados del condenado argumentaban que Francis fue ejecutado tal como lo
ordenaba la sentencia judicial; sin embargo no murió pero igual se cumplió la
sentencia. El argumento fue rechazado y Francis volvió a la silla eléctrica al
año siguiente.
El 8 de julio de 1999, Allen Lee Davis, de 54
años, se convirtió en el primer hombre ejecutado con el nuevo modelo de silla
eléctrica diseñada para sustituir la característica silla del estado de
Florida, conocida como "Old Sparky" (Vieja chispeante).
El acusado
había sido condenado el 11 de Mayo de 1982 por el asesinato de Nancy Weiler, embarazada
de 3 meses, y de sus dos hijas, durante un robo en su casa. Sus abogados habían apelado al Tribunal
Supremo afirmando que el voltaje de la antigua se quedaría corto para matar a
un hombre de la talla de Davis (con un peso cercano a los 150 kilos). Durante
la ejecución, su cara comenzó a sangrar. Como consecuencia de la polémica, el
Tribunal Supremo se comprometió, por primera vez en la historia, a determinar
si Old sparky podía considerarse como un «castigo cruel e inusual», en
contradicción con la Constitución.
En todo caso, aún cuando la ejecución se lleva
a cabo correctamente, siempre se quema algo de piel y es desagradable para los
guardias el tener que separar la piel quemada de los cinturones de la silla. El
reo pierde el control de sus músculos después del primer choque eléctrico y
puede llegar a defecar u orinar. Esto llevó a un refinamiento en las sillas más
modernas.
Después de que Texas adoptase la inyección
letal como método de ejecución en 1982, el uso de la silla eléctrica se redujo
rápidamente. Así, los únicos lugares en el mundo que aún utilizan la silla
eléctrica como una opción de ejecución son los estados estadounidenses de
Alabama, Florida, Carolina del Sur, Tennessee y Virginia.
En 1996, el demócrata estadounidense Doug
Teper, representante del Estado de Georgia, propuso sustituir la silla
eléctrica por la guillotina a fin de evitar todo sufrimiento al condenado y
permitir la donación de órganos. La propuesta fue rechazada por considerar que
la guillotina es un método salvaje por lo sangriento.
El último ajusticiado por este método fue Paul
Warner Powell en 2010, acusado de matar a una chica de 16 años y de violar y
apuñalar a su hermana. El condenado en vez de recibir una inyección letal
prefirió morir electrocutado en una silla eléctrica de 102 años de antigüedad.
El garrote vil
El garrote vil o garrote fue utilizado en
España y estuvo vigente desde 1820 hasta la abolición de la pena de muerte en
1978.
Método
El mecanismo del "garrote", en su
forma más evolucionada, consistía en un collar de hierro atravesado por un
tornillo acabado en una bola que, al girarlo, causaba la rotura del cuello a la
víctima. La muerte del reo se producía por la dislocación de las vertebras
cervicales.
Si la lesión producida aplasta el bulbo o rompe
la cervical con corte medular, se produce un coma cerebral y la muerte es
instantánea. Pero esto depende en gran medida de la fuerza física del verdugo y
la resistencia del cuello del condenado, y la experiencia demostró que
raramente sucedía así; la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento,
resultante de una serie de lesiones de la laringe y el hioides.
Historia
El garrote como herramienta de ejecución se
remonta a tiempos de la República Romana. En el caso de este método de
ejecución, el adjetivo "vil" deriva del sistema de leyes estamentales
en el Medievo. Por una cuestión simbólica la decapitación con espada se
consideraba pena reservada a los integrantes de la nobleza, en cambio, para los
villanos (habitantes de las villas o integrantes de la "plebe"), se
mantenía la ejecución "vulgar" mediante "garrote"
(garrotazo). Posteriormente se aplicará la ejecución por compresión del cuello
de la víctima, conservándose el nombre.
Después, el garrote fue refinado, la variante
denominada catalana incluía un punzón de hierro que penetraba por la parte
posterior destruyendo las vértebras cervicales del condenado. El garrote, con
sus refinamientos, fue instituido porque el ahorcamiento se consideraba
excesivamente cruel. En el momento en que se instauró el garrote, principios del
siglo XIX, este argumento se mostró válido.
El uso del garrote se generaliza a lo largo del
siglo XIX, favorecido por la simplicidad de su fabricación, que estaba al
alcance de cualquier herrero. Mediante decreto de 24 de abril de 1832, el rey
Fernando VII abolió la pena de muerte en horca y dispuso que, a partir de
entonces, se ejecutase a todos los condenados a muerte con el garrote.
La ejecución se anunciaba con unos tambores con
el parche flojo, no tirante, que se llamaban "cajas destempladas", de
donde ha quedado la expresión. Cada tipo de ejecución llevaba aparejada una
escenificación distinta, diferenciándose cada una principalmente por el modo de
conducir al condenado hasta el garrote: los condenados a garrote noble iban en
caballo ensillado, los de garrote ordinario iban en mula o caballo y los de
garrote vil en burro, sentados mirando hacia la grupa, o arrastrados.
Ejecuciones
La mártir Mariana Pineda, denunciada por haber
bordado en una bandera una leyenda liberal, fue acusada de pertenecer a una
conspiración y ejecutada mediante el garrote vil el 26 de mayo de 1831, a la
edad de 26 años.
El famoso Jarabo, acusado de asesinar a dos
hombres y dos mujeres, una de ellas embarazada, fue ejecutado el 4 de julio de
1959. La noche antes de la ejecución la pasó fumando y bebiendo whisky y se
presentó ante el verdugo vestido de gala, aunque se vino abajo ante la visión
del garrote. Dada su fortaleza física y la debilidad del verdugo, Antonio López
Sierra, tardó largo rato en morir. El fallecimiento se produjo a los quince
minutos, después de una verdadera tortura. Se han producido casos aún peores en
los que el reo ha muerto después de hasta media hora de espantosa agonía entre
aullidos y contorsiones.
La última mujer ejecutada en España fue Pilar
Prades Expósito, la presunta envenenadora de Valencia, en la cárcel de esta
ciudad el 19 de mayo de 1959. El verdugo designado para llevar a cabo la
ejecución fue también Antonio López
Sierra quien, tras saber que se iba a ejecutar a una mujer, se negó a hacerlo.
La ejecución, prevista para las seis de la mañana, se llevó a cabo más de dos
horas después en espera de un indulto que no llegó. Al verdugo hubo que
emborracharlo y llevarlo a rastras al patíbulo.
Las últimas dos ejecuciones se produjeron el 2
de marzo de 1974, una fue la del anarquista Salvador Puig Antich. Salvador pasó
su última noche en la celda 443 de la cárcel Modelo de Barcelona, y fue
ejecutado mediante garrote vil por el verdugo titular de la Audiencia de
Madrid, de nuevo Antonio López Sierra, en la sala de paquetería de la prisión a
las 9:20 horas de la mañana, certificando su muerte un capitán médico a las
9:40 horas.
El mismo día, casi simultáneamente y por el
mismo método fue ejecutado en Tarragona Georg Michael Welzel, conocido como
Heinz Ches, en lo que se consideró un intento de las autoridades franquistas de
distraer la atención respecto a la ejecución de Puig Antich.
A las 09:30 h Heinz Ches fue
ejecutado por el método del garrote vil en la prisión de Tarragona a manos del
verdugo José Monero Renomo. Este verdugo no había asistido a ninguna ejecución,
solicitó ayuda al director de la prisión que escogió a dos voluntarios a dedo
para asistirle. Siendo todos novatos, el verdugo no fijó las palomillas que
sujetaban la correa al poste, habiendo de ajustar el anillo de hierro al cuello
del reo mediante el uso de cuerda y saco. La operación de ajuste se llevó a
cabo en presencia del reo. La ejecución fue un auténtico espanto, tanto para el
ajusticiado, como para los testigos, necesitando el verdugo de tres intentos
hasta acabar con la vida del reo. Los últimos minutos de vida de Georg Welzel
fueron una tortura inimaginable.
El último condenado a Garrote vil fue José Luis
Cerveto "el asesino de Pedralbes", condenado a muerte a garrote por
un doble asesinato en 1977 pero fue indultado.
Durante la transición democrática española,
será finalmente abolida la Pena de muerte. Aunque la
Constitución Española aún mantiene la formulación: ‘salvo lo que puedan
disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra’. Es decir, en
tiempos de guerra podría aplicarse la pena de muerte si se legislase al efecto.
La guillotina
Aunque la decapitación manual, mediante espada
o hacha, se ha utilizado desde tiempos remotos, la decapitación mecánica no
parece ser tan antigua. Es conocida por la fama que ganó a partir de 1792
durante la Revolución francesa con sus decenas de miles de ejecuciones, pero ya
estaba siendo utilizaba en otros países europeos desde el siglo XIII.
Método
La guillotina tradicional consiste en un
armazón de dos montantes verticales unidos en su parte superior por un
travesaño que sostiene en alto una cuchilla de acero con forma triangular con
un lastre de plomo de más de 60 kilogramos en su parte superior. En su parte
inferior se dispone un cepo de dos medias lunas, de las cuales la superior es
móvil. Justo detrás de la máquina hay una plancha de madera que actúa como
báscula. Hasta el siglo XX, era común que la guillotina estuviera elevada sobre
un cadalso y pintada de rojo. La guillotina era la pena de muerte más
humanitaria ya que la pérdida de la completa conciencia, y la muerte del
cerebro, se producía inmediatamente después de la decapitación. La ejecución
podía completarse en menos de un minuto. Existen teorías que afirman que la cabeza
tiene consciencia unos segundos después de la decapitación, por eso se pidió a
varios condenados que guiñasen un ojo tras ser ejecutados, ninguno lo guiñó
pero no me parece un buen momento para estar pensando en guiñar un ojo.
En un principio el corte de la hoja era
horizontal, pero debido a los fallos en las pruebas realizadas con cadáveres se
inclinó el filo para que cortase eficazmente. El reo es acostado sobre la
báscula posterior y empujado al cepo, donde su cuello queda aprisionado; el
verdugo acciona un resorte y la cuchilla cae, separando la cabeza del tronco a
la altura de la cuarta vértebra cervical. La cabeza, ya separada, es recogida
en un saco de cuero.
También tengo entendido que en versiones más
antiguas de la guillotina, no se conseguía cortar el cuello del condenado, tal
vez por una mala gestión del verdugo o por la robustez del cuello del reo, pero
en ese caso el verdugo tenía que dar un golpe al lastre con un mazo para
separar totalmente la cabeza del cuerpo.
Historia
Antes de la guillotina, en Francia como en toda
Europa, los métodos de ejecución legales implicaban una alta e inevitable dosis
de tortura y agonía para el reo. Las ejecuciones eran también un espectáculo
público muy aceptado, que había que hacer durar para gusto de los espectadores.
En el siglo XVIII en Europa, aunque el uso de
la guillotina ya existía de manera limitada en algunos países, se ejecutaba
mediante la rueda, el desmembramiento (reservado en Francia a los regicidas
pero extendido a los participantes en revueltas políticas), el ahorcamiento, la
combinación conocida en el Reino Unido como hanged, drawn and quartered
(ahorcado, arrastrado y descuartizado), y la flagelación. Muchos de estos
métodos se siguieron empleando hasta el siglo XIX. En Francia y en España, la
decapitación con espada o hacha se reservaba para los miembros de la nobleza.
Su nombre proviene del cirujano francés Joseph
Ignace Guillotin, diputado en la Asamblea Nacional, que la recomendó para su
uso en las ejecuciones en sustitución de los métodos tradicionales; de ahí
deriva el nombre de guillotina. Sin embargo, no fue su inventor, puesto que
máquinas parecidas ya existían.
La Asamblea Nacional adoptó el uso de la
guillotina a fin de que la pena de muerte fuera igual para todos, sin
distinción de rangos ni clase social. En efecto, hasta entonces sólo los
miembros de la aristocracia tenían el privilegio de ser ajusticiados sin
agonía: eran decapitados con una espada o un hacha.
En poco tiempo, 50 guillotinas instaladas en
los 83 departamentos franceses funcionaban hasta seis horas por día. A
principios de 1794, tan solo en París, cerca de 20.000 condenados fueron
decapitados. Durante la proclamación del Reinado del Terror, punto culminante
del período represivo de la Revolución Francesa, el Tribunal Revolucionario
realizó 1.376 ejecuciones. Ironías de la historia, el propio rey Luis XVI
ignoraba cuando sancionó la ley instituyendo el uso de la guillotina en el país
el 25 de marzo de 1792, que en menos de un año también iba a ser una de sus
víctimas.
El primer ajusticiado de esta forma fue un
bandido de caminos llamado Nicolás Jacques Pelletier, el 27 de mayo de 1792. La
última ejecución efectuada en Francia con este método tuvo lugar el 10 de
septiembre de 1977; el ajusticiado se llamaba Hamida Djandoubi y era un
inmigrante tunecino que había asesinado a su compañera.
La abolición progresiva de la pena de muerte en
Europa acabó con el uso de la guillotina. En Suecia, la guillotina dejó de ser
utilizada en 1910, en Bélgica en 1918, en Alemania Federal en 1949, y en la
antigua República Democrática de Alemania en 1969. Luego de sucesivas
movilizaciones por parte de organizaciones de derechos humanos y siguiendo las
recomendaciones del Consejo de Europa y del Parlamento Europeo, la pena de
muerte fue abolida en Francia en 1981.
Relacionados: Pena Capital II: Fusilamiento, cámara de gas y horca Pena Capital III: Inyección letal, hoguera y otros
Fuentes:
wikipedia.es
enciclopedia.us.es
afinidadelectrica.com.ar
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