El Nuevo Orden Mundial es una teoría conspirativa que afirma la existencia de un plan diseñado con el fin de imponer un gobierno único mundial oligárquico, controlado por sectores elitistas y plutocráticos. La oligarquía es un grupo minoritario de personas, pertenecientes a una misma clase social, generalmente con gran poder e influencia, que dirige y controla una colectividad o institución. Élite proviene del latín eligere que significa 'elegir o seleccionar'. Y plutocracia viene de las palabras griegas ploutos 'riqueza' y kratos 'gobierno'. Se puede definir como un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza.
Durante el siglo 20, muchos hombres de Estado, como Woodrow Wilson y Winston Churchill , utilizaron el término "Nuevo Orden Mundial” para referirse a un nuevo período de la historia que evidencia un cambio dramático en el pensamiento político mundial después de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial.
El primer uso de esta expresión aparece en el documento de los Catorce Puntos del presidente Wilson, que hace una llamada, después de la Primera Guerra Mundial, para la creación de la Sociedad de Naciones, (antecesora de la Organización de las Naciones Unidas) para superar los efectos de la guerra y conseguir una paz duradera.
La frase se usó con cierta reserva al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se describían los planes para la creación de las Naciones Unidas después de que la Sociedad de Naciones fracasara con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. El uso más amplio y reciente de esta expresión se origina sobre todo con el final de la Guerra Fría. Los presidentes Mijaíl Gorbachov y George H. W. Bush usaron el término ‘Nuevo Orden Mundial’ para tratar de definir la naturaleza de la posguerra fría y el espíritu de cooperación que se buscaba materializar entre las grandes potencias. Nunca se ha logrado la cooperación entre las naciones, y esto perjudica los esfuerzos por establecer dicho orden.
Pero para entender mejor esta teoría hay que remontarse a 1776, año en el que se funda la sociedad secreta de los Illuminati. Esta sociedad buscaba promover ideas de la Ilustración, estuvieron aparentemente involucrados en una conspiración que buscaba reemplazar las monarquías absolutas y la preponderancia de la Iglesia por el "gobierno de la razón", que era el objetivo general de la ideología liberal, revolucionaria e igualitaria dominante entre la intelectualidad de la época. Después de que el complot se descubrió, el grupo fue prohibido por el gobierno bávaro y aparentemente se disolvió en 1785. Pero, los documentos relacionados con sociedad secreta y su conjura alertaron a la nobleza y al clero de Europa, lo que le dio a la conspiración una gran publicidad y llevó a algunos pensadores a sugerir que todavía existía y que su objetivo era derrocar a los gobiernos europeos.
Más tarde, en 1902, en la Rusia zarista se publica Los Protocolos de los sabios de Sion, un panfleto antisemita cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos. El texto sería la transcripción de unas supuestas reuniones de los “sabios de Sion”, en la que estos sabios detallan los planes de una conspiración judía, que consistía en el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último hacerse con el poder mundial.
Se argumenta que si se remueven las capas sucesivas que cubren u ocultan las causas de los diversos problemas que afectan el mundo, se encuentra un grupo central que los promueve y organiza con el fin, primero, de destruir los gobiernos y órdenes sociales establecidos, y con el fin último de lograr el dominio.
Los Protocolos gozaron de gran popularidad y grandes ventas en los años veinte y treinta. Se tradujeron a todos los idiomas de Europa y se vendían ampliamente en los países árabes, en los Estados Unidos e Inglaterra. Pero fue en Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, donde tuvieron su mayor éxito. Allí se utilizaron para explicar todos los desastres que ocurrieron en el país: el armisticio en la guerra, el hambre, la inflación, etc.
A principios de los años 20, Hitler comenzó a incorporarlos en sus discursos, y se convirtieron en lectura obligatoria en las aulas alemanas después de que los nacionalsocialistas llegaron al poder. Esto sirvió a los nazis como “autorización del genocidio”.
Posteriormente, en los Estados Unidos, durante el periodo conocido como Segundo Temor Rojo (1947-1957), los estadounidenses promovieron una percepción de la masonería, del liberalismo y de la "conspiración judeo-marxista" como la fuerza directriz de la ideología del "ateísmo estatal", "colectivismo burocrático" y "comunismo internacional", refiriéndose, respectivamente, a la Separación Iglesia-Estado; acción gubernamental en asuntos de seguridad social y organismos internacionales, tales como las Naciones Unidas.
En los años 60, diversos grupos de presión se dedicaron a atacar a las Naciones Unidas, ya que era el primer paso para crear un gobierno mundial. Se atribuía la supuesta conspiración del Nuevo Orden Mundial a la creación del Sistema de Reserva Federal en EEUU por un "grupo de banqueros internacionales" que posteriormente habrían creado el Consejo de Relaciones Exteriores en ese país como "gobierno en las sombras". "Grupo de banqueros internacionales" se refería a personas tales como David Rockefeller o a la familia Rothschild.
En la década de 1970, se especula con que el término Nuevo Orden Mundial es utilizado por una élite internacional secreta dedicada a la destrucción de todos los gobiernos independientes. Deja de ser una conspiración comunista y se transforma en la élite global que algunos identifican con el Grupo Bilderberg. Se sigue acusando a personajes como Rockefeller, pero no ya como comunista sino como parte de un grupo plutocrático y elitista que controla todos los gobiernos de forma secreta.
La famosa teoría se acentuó en los 90, tras la caída del muro de Berlín, el entonces presidente de los EEUU, George H. W. Bush, hizo varias referencias al Nuevo Orden Mundial, aunque muchos entendieron que se refería a los cambios que se sucedían en la época, los defensores de la conspiración lo entendieron como la confirmación de que se pretendía crear un gobierno mundial.
“Cuando termine todo esto, queremos ser los sanadores. Queremos hacer cuanto podamos por facilitar lo que con optimismo yo llamaría un nuevo orden mundial.”
George H. W. Bush, en enero de 1991, tras el comienzo de la guerra contra Irak.
No se sabe exactamente a qué grupo concreto se le atribuye esta teoría, algunos se refieren a todos a la vez. Este grupo incluiría a comunistas, judíos, illuminati, plutócratas, masones, iglesia católica, medios de comunicación, ecologistas o incluso extraterrestres.
La teoría que respalda una invasión extraterrestre existe desde finales de la década de 1970, se supone que la sociedad secreta está compuesta por extraterrestres de otros planetas habitables o dimensiones paralelas (conocidos como “grises”) o intraterrestres (conocidos como “reptiles”), seres que viven en el interior de Tierra, ya que creen que esta está hueca. Estos seres gobernarían a la sombra en coalición con el resto de grupos humanos.
Se afirma también que muchas familias prominentes tales como, por ejemplo, los Rothschild, los Rockefeller, los Morgan, los Kissinger y los DuPont, lo mismo que algunos monarcas europeos, podrían ser importantes miembros, ya que mantienen relaciones entre sí como con figuras de alto poder. Organizaciones internacionales tales como los bancos centrales, o el Banco Mundial, el FMI, la Unión Europea y la OTAN son mencionadas como componentes esenciales del Nuevo Orden. Los partidarios de esta teoría sugieren que ellos pueden afirmar hasta cierto punto quién forma parte de este grupo. Nadie puede determinar quién no forma parte de la conspiración.
Igualmente confusas son las especulaciones acerca de quiénes serían los dirigentes de la supuesta conspiración. Según muchos de los proponentes de la teoría de la conspiración contemporánea, los Illuminati originales siguen existiendo y persiguen aún el cumplimiento de ese nuevo orden. Este grupo reuniría a los personajes más influyentes del mundo, los cuales se reúnen cada año en alto secreto en las reuniones del Grupo Bilderberg, guardados en todo momento por miembros de la CIA, el FBI, el MI6 británico o la KGB, entre otros. Entre sus asistentes habituales se encuentran, de nuevo, David Rockefeller y la familia Rotschild, junto a la Reina de Noruega y los presidentes de corporaciones como General Motors, Pepsi o Chrysler.
Teóricos de la conspiración a menudo usan el término "Cuarto Reich" simplemente como un sinónimo peyorativo para el Nuevo Orden Mundial, para dar a entender que su ideología de Estado y de Gobierno serán similares a los de Alemania del Tercer Reich.
Más allá del aparente deseo de dominación mundial, se sugiere que el Nuevo Orden pretende la implantación del reino del Anticristo, la cosecha de energía de los seres humanos, o incluso la mera ambición sin límites de los poderosos y el hecho de mantener a la gran mayoría sometidos y trabajando en provecho de los conspiradores. Sin embargo, cualquiera que sea ese gran objetivo final, sería imprescindible primero imponer un gobierno mundial.
Así, el llamado "proceso de globalización", iniciado a comienzos del siglo XX en todo el planeta, sería una de las múltiples facetas del establecimiento progresivo de este nuevo orden. Y, para lograr ese nuevo orden, los conspiradores buscan mantener al resto tanto en la ignorancia de la conspiración, como divididos entre ellos. Para lo cual fomentan disensiones y conflictos, yendo tan lejos como a implementar actos terroristas a fin de culpar inocentes.
Los conspiradores dispondrían y utilizarían una serie de programas, actividades y armas secretas, cuyo uso se extendería desde el traspaso secreto de armas convencionales o avanzadas a regímenes u organizaciones que son públicamente presentados como adversarios o enemigos de EEUU, pasando por formas secretas de vigilancia sobre la totalidad de la población, el control mental de la misma y el uso de “controlados” (individuos bajo la influencia de tales técnicas), la investigación y desarrollo de armas que controlan el clima algunas de las cuales podrían ser de origen extraterrestre y la diseminación de enfermedades tales como el sida.
De acuerdo con defensores de la teoría, hay signos que prueban que este tema va más allá de una simple conspiración, por ejemplo, símbolos en la industria musical, logos de corporaciones y organizaciones mundiales, los murales en el Aeropuerto Internacional de Denver, signos de la Francmasonería en edificios (particularmente en Washington D.C.) y pentagramas en los planos de la ciudad, el símbolo Illuminati en el Sello de Estados Unidos con las palabras "Novus Ordo Seclorum" en latín que significa "nuevo orden de las eras” que fue impreso en los billetes de un dólar desde 1935.
Los teóricos de esta conspiración especulan que el Nuevo Orden Mundial se está implementando gradualmente, algunas muestras son la creación del Sistema de la Reserva Federal en 1913, la Sociedad de Naciones en 1919, el Fondo Monetario Internacional en 1944, el de las Naciones Unidas en 1945, el Banco Mundial también en 1945, la Organización Mundial de la Salud en 1948, la Unión Europea y el euro en 1993, la Organización Mundial del Comercio en 1998, la Unión Africana en 2002 y la Unión de Naciones de América del Sur en 2008.
Una teoría de la conspiración cada vez más popular entre los populistas de derechas americanos es la hipotética unión norteamericana y la implantación del amero como moneda, propuesto por el Consejo de Relaciones Exteriores y sus homólogos de México y Canadá. Este sería el próximo hito en la aplicación del Nuevo Orden Mundial. La teoría sostiene que unos grupos elitistas internacionales ocultos y en su mayoría anónimos, están planeando reemplazar el gobierno federal de los Estados Unidos por un gobierno transnacional.
Los escépticos argumentan que la teoría de la conspiración lleva a la población a la desesperanza, cinicismo, y la confusión, y que favorecen movimientos populistas de derecha, los cuales desvían la atención de los verdaderos crímenes de Estado y sus causas institucionales.
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