"En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero." Theilhard De Chardin

17 de septiembre de 2010

La Rectoría Borley, ¿el lugar más encantado de Inglaterra?


El 10 de julio de 1929 el Daily Mirror publicaba la exclusiva. En una rectoría situada entre los condados británicos de Essex y Suffolk se estaban produciendo toda clase de fenómenos paranormales.


Se dice que fue el lugar más encantado de Inglaterra


Figuras fantasmales de cocheros decapitados, una monja, una carroza tirada por dos caballos bayos que aparecía y desaparecía misteriosamente, pisadas en habitaciones vacías…

El editor del Daily Mirror decidió ponerse en contacto con el parapsicólogo Harry Price ante la inusitada repercusión que había producido el incidente.



 Harry Price


Los primeros resultados sobre la mansión Borley fueron espectaculares. El paraje contaba con un extenso y trágico pasado marcado por la muerte e insólitos incidentes enigmáticos.

Según diferentes estudios históricos aquel solar había sido durante el siglo XIII el punto donde se asentaba un convento en el que se produjeron varios crímenes. El asesinato, más concretamente de una pareja de eclesiásticos, de un sacerdote del monasterio y una monja del claustro de Bures, situado a 13 kilómetros de distancia, que tras un apasionado romance intentaron huir y dar un giro de 180 grados a sus vidas.

El final, como suele ocurrir, tuvo un desenlace fatal. Fueron capturados y ejecutados cruelmente: a él la decapitaron y a ella la emparedaron en los muros del inmueble.



 Interior de la rectoria


Fue tras estos lóbregos lances cuando empezaron a sucederse las apariciones, según los observadores, de una figura fantasmal vestida con hábitos religiosos.

E.D. Bull, sacerdote artífice de la construcción en 1863 y primer inquilino, no se vio afectado por las leyendas en un principio. Pero durante los 65 años en los que la familia Bull estuvo en la rectoría, desde 1863 hasta 1927, se produjeron una extensa lista de hechos inauditos. Experiencias y manifestaciones que fueron corroboradas por vecinos de las localidades colindantes.

Pero todo “estalló” cuando el sacerdote Eric Smith se instaló en la mansión y dio a conocer a los periodistas del Daily Mirror la extraña casuística que estaba padeciendo.

Los fenómenos que se producían eran muy variados: el inexplicable tintineo de las campanillas y los timbres, la observación de una figura luminosa ataviada con vestimenta de monja por el jardín, el característico movimiento de objetos, sonidos de pasos por las habitaciones, las llaves de las puertas saltaban de las cerraduras, volaban piedras desde el tejado e incluso se pudieron escuchar gritos desgarradores y el paso de carruajes inexistentes por los alrededores del lugar.



Harry Price, a los tres días de su primera visita y desbordado por los acontecimientos, decidió organizar una sesión de espiritismo. El resultado terminó de sembrar el desconcierto: el espíritu del sacerdote Henry Bull, antiguo regente y constructor del edificio, informó sobre el truculento pasado del lugar.


Una semana después de la prueba el párroco Smith y su mujer abandonaron definitivamente la casa.

Transcurrió un año hasta que la rectoría fue habitada de nuevo. Esta vez por el clérigo Lyonel Foyster, primo del fallecido reverendo Bull, y su mujer, Marianne.

Durante los primeros meses reinó la paz, pero todo cambiaría repentinamente… los timbres volvieron a sonar, las campanas a tañir, se escuchaba el arrastrar de cadenas, se materializaban relojes, monedas y, lo más espectacular, comenzaron a aparecer mensajes escritos en las paredes. Unas misivas presuntamente realizadas por entidades del más allá en las que de una forma desgarradora pedían auxilio, como “Por favor, ayuda… Marianne” o “No puedo entender, dime más”.



Pintadas en la pared de la casa 



Foyster y Marianne volvieron a requerir los servicios del parapsicólogo Price.
Durante el trabajo de campo que se efectuó aumentaron los mensajes. Parecían ser crípticos. Encerraban algún tipo de información especial. Y de entre todos, uno de ellos, de carácter profético y apocalíptico, marcaría los designios del caso: “Esta casa será pasto de las llamas”.

Los fenómenos asediaban a una inocente Marianne, que empezó a sufrir una fuerte alteración psíquica debido a la situación, motivo por el cual el matrimonio abandonaría la casa definitivamente en 1935.


El 27 de febrero de 1939, el capitán W.H.Gregson, posterior morador, se encontraba en la biblioteca del caserón cuando una lámpara de aceita se estrellaba contra el suelo de forma inexplicable. Las llamas se extendieron rápidamente por el inmueble y el fuego devoró toda la mansión.






          La mansión despues del incendio

¿Se cumplió la profecía realizada años atrás y rubricada en los muros? Parece ser que sí. Pero la historia de Borley continuó a pesar de su desaparición.
Durante la demolición del edificio, el cual quedó prácticamente derruido a causa del incendio, varios obreros aseguraron haber observado extraños portentos entre las ruinas del inmueble.

Fuente: http://tejiendoelmundo.wordpress.com/

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