"En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero." Theilhard De Chardin

15 de septiembre de 2010

Los Poltergeist y El Caso Rosenheim


La palabra poltergeist deriva de dos vocablos alemanes: un término folklórico, polter, que significa «ruido», y geist, que significa «espíritu». Los poltergeist son, pues, literalmente, «espíritus ruidosos». Y sean o no espíritus, al menos se manifiestan de múltiples y escandalosas formas: ruidos misteriosos, olores desagradables, muebles que se desplazan por su cuenta, fríos súbitos, voces inexplicables, objetos que aparecen y desaparecen, levitación incontrolada de las víctimas...




El desarrollo de las investigaciones psíquicas y de la parapsicología durante los últimos cien años ha introducido un término más complicado para describir el fenómeno poltergeist: psicokinesis espontánea recurrente (PKER).


Aunque en la actualidad hay gente que sostiene que la PKER puede ser atribuida a la actividad de espíritus «elementales», en general se suele aceptar que tiene un origen natural, no sobrenatural. Pero seguimos sin conocer a ciencia cierta las causas y los motivos.



Las actividades poltergeist suelen presentar rasgos comunes en muchas de sus manifestaciones. Golpes y llamadas misteriosas son a menudo las primeras indicaciones de la presencia de un poltergeist. El reverendo Joseph Glanvill registró en 1666 un famoso caso de este tipo, caso que popularmente se conoció como «el tamborilero de Tidworth». Dos niñas ocupaban un dormitorio del que salía un extraño tamborileo. Los escépticos decían que eran las niñas las causantes del ruido, pero una investigación del caso demostró que eran totalmente ajenas al repiqueteo, puesto que sus manos estuvieron siempre a la vista de los numerosos testigos. 

En 1848, en Estados Unidos, el célebre caso de las hermanas Fox pareció confirmar que los golpecitos eran la primera indicación de la actividad poltergeist. Este caso provocó, además, la fundación del movimiento espiritista, cuando algunos testigos supusieron que determinados espíritus estaban tratando de comunicarse a través de las dos chicas.






Otro efecto frecuente de la actividad poltergeist consiste en el desplazamiento de diversos objetos. Hay infinidad de ejemplos de este fenómeno, que puede tomar diversas variantes. Así, los periódicos informaban el 23 de junio de 1981 de que los relojes situados en una peluquería de Cullera (Valencia) adelantaban misteriosamente hasta 4 horas sin que nadie los tocara. Se habían llegado a colocar en el interior de la peluquería 7 u 8 relojes que funcionaban bien, y todos ellos adelantaron varias horas. Incluso se dejó un reloj de pulsera sin mandos, para que no pudiera ser manipulado, pero adelantó también varias horas.


Las voces desconocidas son también un rasgo común de la PKER. Se han postulado varias teorías para explicar este fenómeno; quizá la más plausible sea la de un médico francés del siglo XIX, Gilles de la Tourette, quien identificó algunos síntomas de trauma y stress grave en víctimas de poltergeist y clasificó estos fenómenos como formas de copropraxia (deleitarse con el uso de un lenguaje obsceno o utilizarlo de forma inapropiada) y ecolalia (repetición carente de sentido de modelos de lenguaje). Observó que algunos de sus pacientes, además, «hacían gestos obscenos». Según ésta y otras teorías, el impulso sexual, o libido, podría hallarse en la raíz de muchas experiencias de PKER.


Lo cierto es, sin duda, que los desajustes sexuales pueden aumentar la capacidad sensitiva de algunas personas; algunos casos recientes sugieren que la PKER puede estar relacionada con las frustraciones y la angustia.

El caso Rosenheim


Uno de los más famosos del pasado siglo es, sin duda, el caso Roseheim. Corría el año 1967 cuando en un bufete de abogados de la calle Konigtrasse de Rosenheim, en Alemania, comenzaron a ocurrir sucesos extraños. Bombillas que estallaban, lámparas que se balanceaban solas, teléfonos que realizaban llamadas sin que nadie los tocara…




Todo comenzó con el mal funcionamiento de los teléfonos. Los empleados se quejaban de unos extraños “chasquidos” que se producían durante las conversaciones, interferencias extrañas que en muchas ocasiones precedían el corte de la línea. En otras ocasiones sonaban todos los teléfonos al unísono y al descolgar no había nadie al otro lado de la línea.


Johannes Engelhard, encargado del despacho, se puso en contacto con Siemens, la compañía que había instalado la centralita, para que arreglara el desaguisado. Durante varias semanas, los técnicos de Siemens revisaron todos los equipos y conexiones sin encontrar desperfecto alguno, pese a ello, cambiaron toda la instalación.


A las pocas semanas, los problemas con las líneas volvieron a reproducirse de nuevo acompañados de unas facturas telefónicas desorbitadas. El bufete decidió cambiar de compañía telefónica e instalar junto a la centralita dos contadores para registrar todas las conexiones de ésta.


Los lectores de llamadas comenzaron a registrar marcaciones extrañas a un número de información horaria que sucedían en las primeras horas de la mañana y que se sucedieron durante varios meses.


El 20 de octubre un fluorescente del despacho sufrió un súbito apagón, cuando el electricista fue a sustituirlo comprobó que el tubo se había retorcido sobre si mismo antes de fundirse. A partir de este punto, los trabajadores del despacho Adam sufrieron una serie de acontecimientos aterradores e inexplicables. Ruidos extraños de procedencia desconocida recorrían todo el inmueble. Las luces se apagaban y encendían a su antojo con  bajadas de tensión sin explicación aparente, pequeños objetos salían volando en el momento más inesperado, cuadros que giraban sobre sí mismos, cajones que se abrían, portazos…







Se cambiaron cableados y fusibles, se renovaron todas las unidades telefónicas e incluso se cambiaron todos los fluorescentes por bombillas. Herr Adam, que ya sospechaba que allí había algo más que un problema eléctrico, solicitó la ayuda del prestigioso doctor Hans Bender, del Instituto de Parapsicología de la Universidad de Friburgo. Bender, junto a un equipo de 40 personas entre los que había científicos y físicos de distintas especialidades, comenzó el estudio del caso.


La investigación de Hans Bender relacionó, tras la observación constante de la casuística, a una joven empleada del bufete con los fenómenos paranormales que allí se sucedían. La empleada, Anne Marie Schnabel, auxiliar administrativa, siempre se encontraba presente en el despacho cuando se desarrollaba el poltergeist. La joven realizó distintas pruebas que demostraron que poseía unas capacidades Psi realmente espectaculares.






La pobre Anne, que causó de forma inconsciente todos los sucesos, fue despedida y los fenómenos poltergeist cesaron el mismo día en el que ella abandonó el despacho. 

Fuentes: 


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