"En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero." Theilhard De Chardin

21 de junio de 2011

Combustión Humana Espontánea



Retomo mi blog con un tema que me fascina tanto como me inquieta, ¿puede arder una persona de repente?

En estas fechas en las que llega el calor, el sol abrasador y las noches de hogueras, no se me viene a la mente otro tema que no sea el gran enigma de la combustión humana espontánea.  

De todos los finales inexplicables que pueden aguardar a una persona, quizá el más extraño sea el de "arder" inesperadamente sin que ninguna causa aparente lo justifique. Las víctimas se ven envueltas en llamas tan terribles que en pocos minutos la persona queda reducida a un montón de cenizas carbonizadas.

Estos sucesos han provocado un gran conflicto entre médicos, investigadores y científicos en cuanto a su origen y la posibilidad de que la causa estén en el mismo cuerpo humano.





El primer caso de muerte atribuida a la combustión humana espontánea con fecha conocida ocurrió en 1725. La víctima, Nicolle Millet, había sido hallada quemada en una silla que permaneció indemne. Otra teoría afirma que los restos de la señora Millet no fueron encontrados en una silla sin quemar, sino que su cabeza, parte de la columna vertebral y de las extremidades inferiores fueron encontrados quemados en la cocina, donde el suelo se encontraba también quemado.

La muerte de la condesa Cornelia Bandi, de 62 años, acaecida en abril de 1731 cerca de Verona, es otro de los primeros casos de CHE. La condesa se había acostado después de cenar y se quedó dormida después de conversar varias horas con su doncella. Por la mañana, la doncella volvió a despertarla y presenció una escena horripilante. La habitación estaba cubierta de hollín y el suelo cubierto de un líquido pegajoso; de la parte inferior de la ventana goteaba un extraño líquido amarillo y grasiento, que hedía de forma poco usual. La cama, que no había sufrido daños, tenía las sábanas vueltas, indicando que la condesa se había levantado. A un metro y medio de la cama había un montón de cenizas, dos piernas intactas, con medias, entre las que yacían el cerebro, la mitad de la parte trasera del cráneo, el mentón y tres dedos ennegrecidos. Todo el resto eran cenizas que si se tocaban dejaban en la mano una humedad grasienta y de un olor muy desagradable.




Mary Reeser era una señora de  67, la última vez que se la vio con vida fue el 1 de julio de 1951, cuando su hijo y su casera estuvieron con ella por la tarde. Ese día, a las 5 de la madrugada, la casera se despertó por un olor a quemado pero, pensando que se trataba de una bomba de agua que se había recalentado, la apagó y volvió a la cama. Por la mañana, recibió un telegrama dirigido a la señora Reeser. Cuando fue a entregárselo, notó que el picaporte estaba caliente, por lo que, alarmada, fue a pedir ayuda. Junto con dos pintores que estaban trabajando cerca, consiguió entrar. El rincón donde se encontraba la silla donde habían dejado la tarde anterior a Mary Reeser se encontraba seriamente quemado. La señora Reeser se había reducido a cenizas, y sólo su pie izquierdo era identificable. También se encontraron su hígado, algunas vértebras y su cráneo, reducido al tamaño de una pelota de béisbol. Todo el apartamento mostraba daños por calor por encima de los 1,2m de altura. Las paredes estaban cubiertas con un hollín grasiento, un espejo se había roto y varios objetos de plástico se habían fundido. Por debajo de esa altura, la única evidencia de fuego era una pequeña zona circular quemada donde había estado Mary Reeser. Un reloj de pared también fue afectado por el calor y se paró a las 4:20 de la madrugada.

El caso más famoso es el del doctor J.Bentley, un médico retirado. En la mañana del 5 de diciembre de 1966, Don Gosnelí entró en el sótano del edificio para leer el contador del gas. En el sótano flotaba un humo azul claro de olor extraño. Gosnelí descubrió por casualidad, en un rincón, un montón de cenizas. Nadie había respondido a su saludo al entrar, de modo que decidió ir a echar un vistazo al anciano. En el dormitorio había el mismo humo extraño, pero ni rastro de Bentley. Gosnelí miró en el cuarto de baño y se enfrentó con una visión que no olvidará nunca. El suelo estaba quemado y en él se abría un enorme hoyo por donde se veían las tuberías y vigas que había quedado al descubierto. Al borde del hoyo vio una pierna marrón, desde la rodilla hasta abajo.




En otro caso, el bombero Jack Stacey, acudió al incendio de un inmueble abandonado de Londres. La casa no tenía señales de daños por fuego, pero cuando Stacey examinó su interior, se encontró el cuerpo en llamas de un vagabundo al que conocía como Bailey. Tenía una hendidura de unos diez centímetros en el abdomen -recuerda Stacey-. Las llamas salían por ella con fuerza, como un soplete. Para apagar esta violenta llama, Stacey dirigió el chorro de la manguera al cuerpo del vagabundo, extinguiendo  la llama en su origen. No hay duda de que el fuego se inició en el interior del cuerpo.

Uno de los principales argumentos utilizados por los defensores de una causa paranormal de la combustión humana espontánea es que el cuerpo humano está compuesto principalmente por agua, por lo que no arde correctamente. Sin embargo, en muchos casos de combustión espontánea, los cuerpos de las víctimas fueron reducidos a cenizas. Para llegar el cuerpo a tal estado se necesitan temperaturas de más de 1.700°C. Incluso en los modernos crematorios, que trabajan con temperaturas de 870-980 °C, los huesos no se consumen completamente y tienen que ser molidos.




No existe una explicación científica válida, y tal vez el problema sea la falta de datos. Eso si, en todos los casos hay unos patrones comunes: el fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la víctima sufren poco o ningún daño. La zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se encuentra cubierta de un hollín grasiento. El cuerpo de la víctima suele quedar mucho más quemado que en un incendio convencional. Las quemaduras, sin embargo, no se distribuyen uniformemente por todo el cuerpo. El torso suele quedar muy gravemente dañado, a veces reducido a cenizas, pero las extremidades de las víctimas a veces quedan intactas o poco dañadas.

Unos recientes informes forenses demuestran que las víctimas de la combustión habían inhalado grandes cantidades de humo, sugiriendo que solo se producía en personas vivas. Afortunadamente, las víctimas parecían adormecerse al iniciarse la combustión.





El caso de Jack Angel parece ser una prueba de ello. Angel se fue a dormir y despertó cuatro días mas tarde con unas quemaduras tan horribles que fue necesario amputarle el antebrazo derecho. Por otra parte, el pijama y las sabanas de la cama estaban intactos y no sintió ningún dolor hasta varias horas después de haber recuperado la conciencia. Angel no pudo recordar como se hizo las quemaduras.
Algunos especialistas en CHE se han planteado el hecho de que las víctimas no griten ni luchen. Es algo más que un simple quemarse: existen algunos elementos psíquicos que preceden o acompañan a este hecho y que podrían explicar la apatía o incapacidad por parte de las víctimas supervivientes de explicar lo que les ocurrió.

El Huil Daily Mail del 6 de enero de 1905 describió cómo una anciana mujer, Elizabeth Clark, fue encontrada una mañana con quemaduras mortales, sin que su cama, en un hospital de Hulí, registrase marcas de fuego. No se había oído ningún grito ni ruido de lucha a través de las mamparas. La mujer fue "incapaz de dar un relato coherente" de su accidente, y murió poco después.




En 1914 unos forenses explicaron el caso de un hombre obeso que murió dos horas después de ingresar en el hospital Guy de Londres, en 1885. Al día siguiente se encontró su cuerpo muy hinchado, con la piel distendida y completamente lleno de gas, a pesar de que no había señales de descomposición. "Cuando se le pinchó en la piel, el gas salió y se quemó con una llama parecida a la del hidrógeno; ardieron simultáneamente más de una docena de llamas." Si el hombre hubiese muerto en su casa, cerca de un fuego, hubiéramos tenido otro caso de "combustión espontánea".  De todas maneras, un gas de este tipo dentro de los tejidos del cuerpo seria fatalmente tóxico, y provocaría una grave enfermedad o incluso la muerte de la víctima.

Como alternativa a la teoría de la enfermedad, podríamos considerar que ciertas funciones orgánicas o mecánicas de los procesos del cuerpo están alteradas. En ciertas personas sedentarias, el fosfágeno, compuesto similar a la nitroglicerina y de formación endotérmica, podría acumularse en cantidades anormales, de manera que los cuerpos se volvieran fácilmente combustibles.


Muchos interrogantes envuelven este fenómeno, pero sin duda lo más extraño es que todavía no haya explicación para tan horripilante muerte. 





Fuentes:
mundoparanormal.com
wikipedia.org

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2 comentarios:

  1. Excelente Post!!! Desde mi más temprana edad, cuando compraba esas viejas revistas "lo Inexplicado", el tema de la CHE siempre me ha llamado la atención como uno de los grandes enigmas sin explicación!!!. Excelente Blog!, te estoy siguiendo... entrá al mío, estamos en pleno proceso de armado, pero vamos avanzando! Saludos desde Argentina!!!

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  2. Estupendo, me ha encantado, no tengo palabras.
    Sigue así. Un saludo desde Tarragona.

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