"Si yo tuviera la oportunidad de hacerle a Dios una sola pregunta
sería, ¿Qué pasó realmente con mis amigos esa noche?" Estas son las
palabras del único superviviente de la fatal expedición que acabó con la vida de
nueve excursionistas en los Montes Urales.
El accidente ocurrió la noche del
1 al 2 de febrero de 1959, cerca de la montaña Otorten, llamada en el idioma
mansi (pueblo indígena de la zona):”No vayas nunca allí”.
Con motivo de la realización de
un viaje para la práctica del esquí, un grupo de ocho hombres y dos mujeres,
emprendió el camino hacia Otorten. La montaña estaba 10 kilómetros al norte del
lugar donde les sorprendió la muerte. La ruta era de categoría III, la más difícil,
pero todos los miembros tenían experiencia en viajes de esquí y expediciones de
montaña.
El grupo estaba compuesto por Igor
Dyatlov, líder del grupo; Zinaida Kolmogorova, Liudmila Dubinina, Aleksandr
Kolevatov, Rustem Slobodin, Yuri Krivonischenko, Yuri Doroshenko, Nicolas
Thibeaux-Brignollel y Yuri Yudin; todos entre 21 y 25 años y estudiantes del
Instituto Politécnico de los Urales, acompañados por un guía, Alexander
Zolotarev de 37 años.
Igor Dyatlov |
Los chicos comenzaron su marcha el
27 de enero y sólo un día después, uno de los miembros, Yuri Yudin, se vio obligado
a regresar debido a una enfermedad. El grupo restante de nueve personas
continuó el viaje. El 31 de enero, el grupo llegó al borde de una zona de
tierras altas y comenzó a prepararse para la escalada. Al día siguiente, los
excursionistas comenzaron a moverse a través del paso, parece ser que tenían
previsto cruzarlo y llegar al campamento, situado en el lado opuesto, la
noche siguiente. Pero debido al empeoramiento de las condiciones atmosféricas,
temporales de nieve y la consiguiente disminución de visibilidad, perdieron su
dirección y se desviaron al oeste, hacia la parte superior de la montaña Kholat
Syakhl, cuyo nombre en Mansi significa "Montaña
de los muertos”. Cuando se dieron cuenta de su error, el grupo decidió
detenerse y establecer un campamento allí mismo, en la ladera de la montaña. Yudin,
el único sobreviviente, contó que su compañero Dyatlov, probablemente no quería
perder la altitud que habían ganado, por lo que decidió acampar en la ladera de
la montaña."
Algo sucedió esa madrugada. El
equipo se vio obligado a abandonar el campamento durante la noche y por su propia voluntad. Tan terrible sería lo que les asustó que rasgaron su tienda de campaña
desde dentro intentando salir, caminando descalzos y con ropa ligera sobre la
densa nieve y una temperatura de -30°C. Lo más curioso es que los chicos ya
estaban alerta por algo o alguien que los acechaba, pues, además de la abertura
de arriba abajo que hicieron en la tienda para salir, se encontraron también
cortes horizontales. Estos extraños cortes parecían indicar que los esquiadores
temían algo y las habían realizado para poder observar el exterior.
El 26 de febrero, los miembros de
la operación de rescate encontraron el campamento abandonado en Kholat Syakhl,
estaba en condiciones deplorables. Las huellas de los excursionistas, ocho o
nueve pares de huellas, dejadas por personas que vestían sólo calcetines, un
solo zapato o incluso descalzos, descendían hacia el borde del bosque cercano,
pero después de 500 metros el rastro se perdía oculto por las capas de nieve. Bajo
un viejo pino aparecen los restos de una hoguera, junto con dos cadáveres, los
de Krivonischenko y Doroshenko, este último descalzo y vestido sólo con su ropa
interior. La sangre y restos humanos adheridos al pino demuestran que habían
intentado trepar al árbol pero este cedió.
Entre 300 y 600 metros a partir
del pino en dirección al campamento, aparecen otros tres cadáveres, son los de Igor
Dyatlov, Zinaida Kolmogorova y Rustem Slobodin. Dyatlov tenía una rama en una
mano y con la otra se protegía o se defendía de algo. Slobodin tenía un agujero
de 1,8 centímetros en el cráneo, pero no se trataba de una herida letal por lo
que se presume que falleció por hipotermia. El cuerpo más cercano a la tienda
era el de Zinaida Kolmogorova y el enigma de su tono grisáceo en el cabello y un
color anaranjado en la piel, algo a lo que nadie dio, o no quiso darle
importancia. La posición de los cadáveres indicaba que estaban intentando
regresar al campamento cuando les sorprendió la muerte.
La búsqueda de los otros cuatro viajeros
tardó más de dos meses. El 4 de mayo los encuentran en el arroyo de un barranco
en el interior del bosque, sepultados por 4 metros de nieve. Estos iban mejor
vestidos que los anteriores, pero la forma de vestir parecía indicar que dos de
ellos cogieron prestadas las ropas de sus compañeros ya fallecidos.
No se llegó a una conclusión
sobre la muerte de los primeros cinco excursionistas encontrados. En las
autopsias no se encontraron lesiones incompatibles con la vida, por lo que se
concluyó que habían muerto de hipotermia. Sin embargo, el panorama era muy
distinto en los otros cuatro cuerpos que se encontraron en mayo. Tres de ellos
tenían lesiones mortales Los cadáveres mostraban signos de lucha, teniendo dos
de las víctimas los cráneos fracturados y dos costillas rotas, además el
cadáver de Liudmila Dubidina tenía la cabeza hacía atrás, indicando que se
había roto el cuello. Pero sin duda, lo más curioso del estado de este cuerpo
fue la ausencia de lengua y los grandes índices de radiactividad en sus
prendas. Alexander
Zolotarev tenía grandes fracturas en el pecho y le faltaban varios dientes.
Además, su cabello era de un tono grisáceo, como en el caso de Zinaida
Kolmogorova; parecían haber envejecido de repente.
Los cuerpos no tenían heridas
externas, la fuerza necesaria para causar esos daños tuvo que ser
extremadamente alta, como si de un accidente de coche se tratara. En un
principio se pensó en los indígenas del pueblo mansi, que podrían haber atacado
y asesinado el grupo por invadir sus tierras, pero se descartó ya que sólo eran
visibles las huellas de los excursionistas, y no había indicios de una lucha
cuerpo a cuerpo.
Tribu Mansi |
En un documental titulado “El
Yeti ruso: El asesino vive”, el explorador Mike Libecki investiga a fondo la
posibilidad de que un “menk”, la palabra rusa para Yeti, hubiese sido el
responsable de la masacre de los Urales. En su investigación saca a la luz
algunas fotografías que los excursionistas hicieron durante su viaje y en una
de ellas aparece lo siguiente:
Supuesta fotografía del "Yeti" tomada por los excursionistas |
De todos modos, una fotografía no
demuestra nada, tal vez fueran ellos mismos haciendo la gracia, o tal vez se
tratara de alguien disfrazado intentando asustarles para que se alejaran de
allí. Pero ellos no lo hicieron, la
última fotografía que se pudo encontrar es incluso mas extraña que la del
supuesto Yeti.
Otro grupo de excursionistas que
se encontraban a unos 50 kilómetros al sur del incidente informaron que habían
visto extrañas esferas de color naranja en el cielo nocturno al norte, en la
dirección de Kholat Syakhl, en la noche del incidente. También se observaron en otras zonas cercanas
como Ivdel, durante el período de febrero a marzo de 1959. Todo esto parece
indicar que los excursionistas también fueron testigos de esas esferas y, es
posible que su última fotografía captara precisamente eso. Pero ¿fueron las
esferas las asesinas?
Ultima fotografía realizada por ellos mismos |
En una entrevista privada, un ex
oficial de la investigación dijo que su contador geiger había mostrado elevados
niveles de radiación en Kholat Syakhl, y que esta era la razón de la radiación
que se encontró en los cuerpos. El último campamento del grupo de Dyatlov se
encuentra en un camino directo entre el cosmódromo de Baikonur (donde fueron lanzados
dos misiles R-7 de prueba) y el archipiélago de Nueva Zembla, que por entonces
era un importante campo de pruebas nucleares de la Unión Soviética.
En esta teoría tenemos varias
posibilidades, una sería que los excursionistas salieron corriendo por la
visión de algún tipo de arma nuclear que se acercaba a ellos y que
definitivamente significó su muerte. Pero lo que no cuadra es que pudieran
avanzar tanto si un artefacto se les echaba encima. La otra posibilidad es que
alguien se acercara hasta allí para hacerlos huir, alguien que ya los acechaba
y ante la inminente detonación del arma, provocaran la estampida de los
esquiadores que, recordemos, sabían que algo ocurría pues habían improvisado
mirillas en la tienda. Esta hipótesis cuadra con la declaración de un médico de
la investigación que afirmó que no había 9 cadáveres, sino 11, pero los dos
últimos fueron retirados sin siquiera saber quiénes eran. Entre las cosas que
se encontraron en la tienda, había una especie de cinturón para las botas y unas
gafas de sol que usaban los militares para demostrar que eran parte del
ejército de la URSS y que según Yuri Yudin, no pertenecía a nadie del grupo. Muchos
investigadores estaban convencidos de que los militares habían estado
merodeando y modificando la zona del hallazgo de los excursionistas muertos,
mucho antes de que se localizara dónde estaban.
Hallazgo del cuerpo de Slobodin |
También existe la teoría de que
se tratara de una “entrega controlada”, es decir, una reunión encubierta con
espías extranjeros (probablemente norteamericanos) para darles información
clasificada. En esa época el modo utilizado por estos espías para identificar
fábricas de armas nucleares era sobornando a personas de la localidad que
pudieran entregarles (en puntos alejados de cualquier asentamiento) pruebas de
la localización de dichas fábricas. Estas pruebas consistían en la entrega por
parte de la persona sobornada de alguna prenda contaminada radiactivamente
además de la localización. Pero este método fue descubierto por la KGB que pasó
a controlar estas entregas procurando que la información que se entregara fuera
falsa.
Cuando los espías extranjeros elegían
un lugar para la entrega, lanzaban primero desde el avión sondas que iluminaban
el terreno antes de su propio lanzamiento (que podrían ser las famosas esferas
naranjas). De esta manera podían detectar cualquier posible trampa además de
cubrir el descenso de los paracaídas. Esta sonda también cumplía la tarea de
indicar el punto de encuentro con sus informantes. Aleksandr Kolevatov,
estudiante de geotecnia, había trabajado años antes en una de las instalaciones
de investigación secreta más importantes de la Unión Soviética creada como
parte del “Proyecto uranio”.
Esta teoría explicaría la
radiación de la ropa de algunos de ellos y las luminarias en el cielo, pero no
explica muchas de las incógnitas del suceso, como las extrañas contusiones de
algunos cuerpos o el color marrón (en algunos anaranjado) que presentaban los
cuerpos, como un extraño bronceado, que los familiares pusieron apreciar
durante los funerales. Tampoco el tono gris del pelo de dos de ellos y sobre
todo, la huida precipitada de todos los que acampaban.
Los investigadores soviéticos
determinaron que la causa de las muertes fue una "desconocida fuerza
irresistible", así, sin más. La investigación se terminó en 1959 debido a
la "ausencia de culpabilidad de un grupo criminal" y el sumario fue
enviado a un archivo secreto. El acceso a la zona fue prohibida a esquiadores y
otros aventureros durante tres años después del incidente. La cronología de los
hechos aún no está clara debido a la falta de supervivientes.
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