"En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero." Theilhard De Chardin

19 de junio de 2015

El extraño accidente de los Montes Urales

"Si yo tuviera la oportunidad de hacerle a Dios una sola pregunta sería, ¿Qué pasó realmente con mis amigos esa noche?" Estas son las palabras del único superviviente de la fatal expedición que acabó con la vida de nueve excursionistas en los Montes Urales.


El accidente ocurrió la noche del 1 al 2 de febrero de 1959, cerca de la montaña Otorten, llamada en el idioma mansi (pueblo indígena de la zona):”No vayas nunca allí”.

Con motivo de la realización de un viaje para la práctica del esquí, un grupo de ocho hombres y dos mujeres,​​ emprendió el camino hacia Otorten. La montaña estaba 10 kilómetros al norte del lugar donde les sorprendió la muerte. La ruta era de categoría III, la más difícil, pero todos los miembros tenían experiencia en viajes de esquí y expediciones de montaña.

El grupo estaba compuesto por Igor Dyatlov, líder del grupo; Zinaida Kolmogorova, Liudmila Dubinina, Aleksandr Kolevatov, Rustem Slobodin, Yuri Krivonischenko, Yuri Doroshenko, Nicolas Thibeaux-Brignollel y Yuri Yudin; todos entre 21 y 25 años y estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales, acompañados por un guía, Alexander Zolotarev de 37 años.

Igor Dyatlov
Los chicos comenzaron su marcha el 27 de enero y sólo un día después, uno de los miembros, Yuri Yudin, se vio obligado a regresar debido a una enfermedad. El grupo restante de nueve personas continuó el viaje. El 31 de enero, el grupo llegó al borde de una zona de tierras altas y comenzó a prepararse para la escalada. Al día siguiente, los excursionistas comenzaron a moverse a través del paso, parece ser que tenían previsto cruzarlo y llegar al campamento, situado en el lado opuesto, la noche siguiente. Pero debido al empeoramiento de las condiciones atmosféricas, temporales de nieve y la consiguiente disminución de visibilidad, perdieron su dirección y se desviaron al oeste, hacia la parte superior de la montaña Kholat Syakhl, cuyo nombre en Mansi significa "Montaña de los muertos”. Cuando se dieron cuenta de su error, el grupo decidió detenerse y establecer un campamento allí mismo, en la ladera de la montaña. Yudin, el único sobreviviente, contó que su compañero Dyatlov, probablemente no quería perder la altitud que habían ganado, por lo que decidió acampar en la ladera de la montaña."

Algo sucedió esa madrugada. El equipo se vio obligado a abandonar el campamento durante la noche y por su propia voluntad. Tan terrible sería lo que les asustó que rasgaron su tienda de campaña desde dentro intentando salir, caminando descalzos y con ropa ligera sobre la densa nieve y una temperatura de -30°C. Lo más curioso es que los chicos ya estaban alerta por algo o alguien que los acechaba, pues, además de la abertura de arriba abajo que hicieron en la tienda para salir, se encontraron también cortes horizontales. Estos extraños cortes parecían indicar que los esquiadores temían algo y las habían realizado para poder observar el exterior.

El 26 de febrero, los miembros de la operación de rescate encontraron el campamento abandonado en Kholat Syakhl, estaba en condiciones deplorables. Las huellas de los excursionistas, ocho o nueve pares de huellas, dejadas por personas que vestían sólo calcetines, un solo zapato o incluso descalzos, descendían hacia el borde del bosque cercano, pero después de 500 metros el rastro se perdía oculto por las capas de nieve. Bajo un viejo pino aparecen los restos de una hoguera, junto con dos cadáveres, los de Krivonischenko y Doroshenko, este último descalzo y vestido sólo con su ropa interior. La sangre y restos humanos adheridos al pino demuestran que habían intentado trepar al árbol pero este cedió.

Entre 300 y 600 metros a partir del pino en dirección al campamento, aparecen otros tres cadáveres, son los de Igor Dyatlov, Zinaida Kolmogorova y Rustem Slobodin. Dyatlov tenía una rama en una mano y con la otra se protegía o se defendía de algo. Slobodin tenía un agujero de 1,8 centímetros en el cráneo, pero no se trataba de una herida letal por lo que se presume que falleció por hipotermia. El cuerpo más cercano a la tienda era el de Zinaida Kolmogorova y el enigma de su tono grisáceo en el cabello y un color anaranjado en la piel, algo a lo que nadie dio, o no quiso darle importancia. La posición de los cadáveres indicaba que estaban intentando regresar al campamento cuando les sorprendió la muerte.

La búsqueda de los otros cuatro viajeros tardó más de dos meses. El 4 de mayo los encuentran en el arroyo de un barranco en el interior del bosque, sepultados por 4 metros de nieve. Estos iban mejor vestidos que los anteriores, pero la forma de vestir parecía indicar que dos de ellos cogieron prestadas las ropas de sus compañeros ya fallecidos.

No se llegó a una conclusión sobre la muerte de los primeros cinco excursionistas encontrados. En las autopsias no se encontraron lesiones incompatibles con la vida, por lo que se concluyó que habían muerto de hipotermia. Sin embargo, el panorama era muy distinto en los otros cuatro cuerpos que se encontraron en mayo. Tres de ellos tenían lesiones mortales Los cadáveres mostraban signos de lucha, teniendo dos de las víctimas los cráneos fracturados y dos costillas rotas, además el cadáver de Liudmila Dubidina tenía la cabeza hacía atrás, indicando que se había roto el cuello. Pero sin duda, lo más curioso del estado de este cuerpo fue la ausencia de lengua y los grandes índices de radiactividad en sus prendas. Alexander Zolotarev tenía grandes fracturas en el pecho y le faltaban varios dientes. Además, su cabello era de un tono grisáceo, como en el caso de Zinaida Kolmogorova; parecían haber envejecido de repente.

Los cuerpos no tenían heridas externas, la fuerza necesaria para causar esos daños tuvo que ser extremadamente alta, como si de un accidente de coche se tratara. En un principio se pensó en los indígenas del pueblo mansi, que podrían haber atacado y asesinado el grupo por invadir sus tierras, pero se descartó ya que sólo eran visibles las huellas de los excursionistas, y no había indicios de una lucha cuerpo a cuerpo.

Tribu Mansi

En un documental titulado “El Yeti ruso: El asesino vive”, el explorador Mike Libecki investiga a fondo la posibilidad de que un “menk”, la palabra rusa para Yeti, hubiese sido el responsable de la masacre de los Urales. En su investigación saca a la luz algunas fotografías que los excursionistas hicieron durante su viaje y en una de ellas aparece lo siguiente:

Supuesta fotografía del "Yeti" tomada por los excursionistas

De todos modos, una fotografía no demuestra nada, tal vez fueran ellos mismos haciendo la gracia, o tal vez se tratara de alguien disfrazado intentando asustarles para que se alejaran de allí.  Pero ellos no lo hicieron, la última fotografía que se pudo encontrar es incluso mas extraña que la del supuesto Yeti.

Otro grupo de excursionistas que se encontraban a unos 50 kilómetros al sur del incidente informaron que habían visto extrañas esferas de color naranja en el cielo nocturno al norte, en la dirección de Kholat Syakhl, en la noche del incidente.  También se observaron en otras zonas cercanas como Ivdel, durante el período de febrero a marzo de 1959. Todo esto parece indicar que los excursionistas también fueron testigos de esas esferas y, es posible que su última fotografía captara precisamente eso. Pero ¿fueron las esferas las asesinas?

Ultima fotografía realizada por ellos mismos
En una entrevista privada, un ex oficial de la investigación dijo que su contador geiger había mostrado elevados niveles de radiación en Kholat Syakhl, y que esta era la razón de la radiación que se encontró en los cuerpos. El último campamento del grupo de Dyatlov se encuentra en un camino directo entre el cosmódromo de Baikonur (donde fueron lanzados dos misiles R-7 de prueba) y el archipiélago de Nueva Zembla, que por entonces era un importante campo de pruebas nucleares de la Unión Soviética.

En esta teoría tenemos varias posibilidades, una sería que los excursionistas salieron corriendo por la visión de algún tipo de arma nuclear que se acercaba a ellos y que definitivamente significó su muerte. Pero lo que no cuadra es que pudieran avanzar tanto si un artefacto se les echaba encima. La otra posibilidad es que alguien se acercara hasta allí para hacerlos huir, alguien que ya los acechaba y ante la inminente detonación del arma, provocaran la estampida de los esquiadores que, recordemos, sabían que algo ocurría pues habían improvisado mirillas en la tienda. Esta hipótesis cuadra con la declaración de un médico de la investigación que afirmó que no había 9 cadáveres, sino 11, pero los dos últimos fueron retirados sin siquiera saber quiénes eran. Entre las cosas que se encontraron en la tienda, había una especie de cinturón para las botas y unas gafas de sol que usaban los militares para demostrar que eran parte del ejército de la URSS y que según Yuri Yudin, no pertenecía a nadie del grupo. Muchos investigadores estaban convencidos de que los militares habían estado merodeando y modificando la zona del hallazgo de los excursionistas muertos, mucho antes de que se localizara dónde estaban.

Hallazgo del cuerpo de Slobodin
También existe la teoría de que se tratara de una “entrega controlada”, es decir, una reunión encubierta con espías extranjeros (probablemente norteamericanos) para darles información clasificada. En esa época el modo utilizado por estos espías para identificar fábricas de armas nucleares era sobornando a personas de la localidad que pudieran entregarles (en puntos alejados de cualquier asentamiento) pruebas de la localización de dichas fábricas. Estas pruebas consistían en la entrega por parte de la persona sobornada de alguna prenda contaminada radiactivamente además de la localización. Pero este método fue descubierto por la KGB que pasó a controlar estas entregas procurando que la información que se entregara fuera falsa.

Cuando los espías extranjeros elegían un lugar para la entrega, lanzaban primero desde el avión sondas que iluminaban el terreno antes de su propio lanzamiento (que podrían ser las famosas esferas naranjas). De esta manera podían detectar cualquier posible trampa además de cubrir el descenso de los paracaídas. Esta sonda también cumplía la tarea de indicar el punto de encuentro con sus informantes. Aleksandr Kolevatov, estudiante de geotecnia, había trabajado años antes en una de las instalaciones de investigación secreta más importantes de la Unión Soviética creada como parte del “Proyecto uranio”.

Esta teoría explicaría la radiación de la ropa de algunos de ellos y las luminarias en el cielo, pero no explica muchas de las incógnitas del suceso, como las extrañas contusiones de algunos cuerpos o el color marrón (en algunos anaranjado) que presentaban los cuerpos, como un extraño bronceado, que los familiares pusieron apreciar durante los funerales. Tampoco el tono gris del pelo de dos de ellos y sobre todo, la huida precipitada de todos los que acampaban.


Los investigadores soviéticos determinaron que la causa de las muertes fue una "desconocida fuerza irresistible", así, sin más. La investigación se terminó en 1959 debido a la "ausencia de culpabilidad de un grupo criminal" y el sumario fue enviado a un archivo secreto. El acceso a la zona fue prohibida a esquiadores y otros aventureros durante tres años después del incidente. La cronología de los hechos aún no está clara debido a la falta de supervivientes.


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