"En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero." Theilhard De Chardin

18 de marzo de 2012

La lobotomía y otros métodos curiosos



Es curioso cómo ha cambiado la perspectiva humana respecto a la medicina en los 50 últimos años. Antes de los avances de la medicina moderna y los tratamientos psiquiátricos, los procedimientos eran brutales y lo peor es que la ignorancia general o la desesperación exponían a la gente a unas técnicas poco adecuadas.

Si ya hablé de los fármacos que contenían elementos radiactivos, ahora voy a hacer un repaso por extrañas prácticas médicas, o más bien creencias que en ocasiones conseguían su propósito y otras veces el peor de los finales para el paciente.


Botones de fuego
El uso del cauterio, especialmente para la detención de hemorragias en amputaciones y heridas, ha estado ampliamente extendido desde la más remota antigüedad. Pero no solo para esta labor se ha utilizado el cauterio, si no que este tratamiento se extendió a otras muchas afecciones como es el caso de las caries. 

En concreto los llamados “botones de fuego” tuvieron una amplia utilización en infinidad de enfermedades. Eran artilugios, generalmente de hierro, con una terminación en forma de botón que, calentados al fuego, se aplicaban directamente sobre la piel. El criterio para su aplicación era diverso pues, desde la creencia de los “similares”, es decir que enfermedades o lesiones que presentaran aspectos parecidos se curaban con los mismos remedios, hasta el criterio de que la reacción del cuerpo a la quemadura activaba la circulación de la sangre favoreciendo la curación.

Enema de humo de tabaco
El enema de humo de tabaco es un procedimiento médico que se utilizó durante el s.XIX en occidente. El tratamiento consistía en una insuflación de humo de tabaco en el recto del paciente. 



El tabaco, se consideraba un medicamento cuando se comenzó a importar desde el Nuevo Mundo. El humo del tabaco fue utilizado por profesionales de la medicina como una herramienta contra muchas enfermedades, incluyendo dolores de cabeza, calambres estomacales, resfriados y somnolencia.


También era la primera acción que se le realizaba a una víctima de ahogamiento; meter un tubo por el recto y empezar a bombear el humo del tabaco en su cuerpo. En 1811, un científico inglés demostró que la nicotina, el agente activo principal del humo del tabaco, era en realidad un veneno cardíaco que puede detener la circulación de la sangre en los animales. Este informe llevó a la decadencia de esta práctica. A mediados del s.XIX, sólo un pequeño y selecto grupo de profesionales médicos ofrecía el tratamiento.




Agua fría contra los malos pensamientos
Existía una práctica que se llamaba el baño sorpresa. Dos enfermeros sujetaban al paciente, lo desnudaban y le tapaban los ojos, y finalmente lo empujaban marcha atrás por un pasillo en dirección a un depósito donde lo sumergían en el agua fría durante unos minutos.



Este tipo de prácticas era muy común entre los manicomios de la época.  Con el agua helada se sufría una conmoción que eliminaba las ideas malas que tuviera el enfermo. La hidroterapia no sólo libraba al enfermo de sus malas ideas, el poder purificador del agua limpiaba también el cuerpo de cualquier exceso nocivo. 

Lobotomía
La lobotomía era un procedimiento quirúrgico que básicamente quitaba o destruía parte de la corteza frontal del cerebro para  desconectar el tálamo del frente del cerebro.
La idea de la cirugía, que después se probó que era inválida, era que estos nervios de alguna manera estaban mal formados o dañados, y que si se destruían podrían regenerarse a conexiones saludables.




El objetivo de la lobotomía era mejorar síntomas y estados psiquiátricos de agitación profunda, angustia, depresión o preocupación, o compulsiones incontenibles o dolores incorregibles. Las condiciones médicas que eran tratadas con la lobotomía regularmente eran neurosis crónica obsesiva, tensión crónica, ansiedad crónica, y depresión crónica y esquizofrenia.

Había tres versiones comunes de esta cirugía que eran, leucotomía pre-frontal, lobotomía prefrontal, y lobotomía transorbital.
La más infame era la lobotomía transoribtal era una operación “a ciegas” en el aspecto de que el cirujano no sabía con certeza si había cortado los nervios o no. Un objeto filoso parecido a un pica-hielos se insertaba en el hueco del ojo, entre el párpado superior y el ojo. Cuando el médico pensaba que ya estaba en lugar correcto, golpeaba el extremo del instrumento con un martillo.




El procedimiento fue popularizado en los Estados Unidos por Walter Freeman, quien ni siquiera era cirujano y que también inventó “el procedimiento de la lobotomía del “pica-hielo”: Freeman utilizó literalmente un pica-hielo y un mazo de caucho en vez del procedimiento quirúrgico estándar. En un acto espantoso, Freeman martilleaba el pica-hielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro. Entre 1936 y los años 50, realizó lobotomías a lo largo y ancho de los Estados Unidos.

A pesar del hecho de que había vasta evidencia de que la cirugía no era terapéutica, las operaciones continuaron por décadas. En última instancia entre 40.000 y 50.000 pacientes fueron lobotomizados, con poco o sin cualquier estudio de seguimiento para considerar si el tratamiento era eficaz.

Las lobotomías como forma de tratar la enfermedad mental eran una barbarie, que solo pudo ser frenada con el desarrollo de anti-psicóticos. La era de la lobotomía ahora se observa generalmente como episodio bárbaro en historia psiquiátrica. La última lobotomía se practicó en 1967.

Asueroterapia
Con la única ayuda de un fotóforo y un espéculo nasal de fabricación casera, el Dr.Fernando Asuero, hurgaba la nariz de sus pacientes en la zona de los cornetes nasales, con el objetivo de estimular las ramificaciones del nervio trigémino en esta zona.



 
Descubrió de forma casual durante intervenciones de otra índole que cada vez que afectaba este área nerviosa, se producía un estímulo reflejo en diversas partes del organismo, que milagrosamente aliviaban dolencias y curaban numerosas patologías, incluyendo algunas tan desagradables como la propia patología del trigémino; tan dolorosa, que recibe el apelativo de la enfermedad del suicida. 

Desgraciadamente, esta terapia desapareció por culpa de las envidias de otros médicos que veían como el Doctor Asuero se llevaba a sus pacientes sanándolos de una forma rápida y eficaz.

Electroshock
Y aunque se supone que estas extrañas prácticas se han ido eliminando aun quedan algunas tan brutales como el electroshock.

El primer aparato de electroshock, también denominada terapia Electroconvulsiva,  se desarrolló en 1938 y utilizaba 125 voltios de electricidad. Las convulsiones que se producían con esta técnica hacían que los pacientes se mordieran la lengua y se fracturasen la mandíbula, la columna vertebral y la pelvis. 





En la actualidad, se administran relajantes musculares para enmascarar los efectos externos de las descargas pero por dentro el cerebro está siendo deteriorado a causa de la corriente eléctrica que lo traspasa. El daño cerebral es elevado, así como también lo es el índice de muerte por esta terapia. 

Seguramente las generaciones futuras se horrorizarán con este tipo de práctica; ya lo hago yo en el presente.


Fuentes:
troglobioman.blogspot.com.es
yalosabes.com
listverse.com
micajondesastre.org

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