El Valle de los Caídos, también
llamado la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos se construyó por
orden del dictador Francisco Franco entre 1940 y 1958. Situado en el municipio
de San Lorenzo de El Escorial, en la Comunidad de Madrid, se encuentra a 9,5 km
al norte del Monasterio de El Escorial en la Sierra de Guadarrama, sobre el
paraje del valle de Cuelgamuros. En su diseño participaron los arquitectos
Pedro Muguruza y Diego Méndez.
El monumento está dedicado a la
memoria de los caídos de la guerra civil española, 33.872 combatientes de ambos
bandos en la Guerra Civil, nacionales y republicanos están enterrados allí
junto al propio Franco y a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange
española.
El monumento
En el complejo se hallan una abadía
benedictina, parte de la cual se remodeló como hospedería para atender al
turismo, una basílica excavada en la roca donde se encuentran las tumbas de
Franco, Primo de Rivera y ocho capillas donde están enterrados los combatientes
de ambos bandos.
En la hospedería rigen las
normas de la abadía. El conjunto mide 300 metros de largo por 150 de ancho y
está flanqueado por las boscosas laderas de la montaña. Junto a la abadía se
encuentra el cementerio de los monjes benedictinos. La visita requiere el permiso
de los monjes. La basílica y la abadía están comunicadas a través de un acceso
privado que cuenta con una gran puerta monumental de bronce.
Desde el acceso al recinto, una
carretera lleva al pie del monumento de la Santa Cruz del Valle de los Caídos,
desembocando en una gran explanada. Allí se encuentra la entrada a la basílica
de 262 metros de longitud.
Se excavaron 200.000 metros
cúbicos de roca para su construcción. En la puerta de entrada, construida en
bronce, están representados los 15 misterios del Rosario y un apostolado. En la
reja que da paso a la nave se hallan representados cuarenta santos y está
rematada en el centro con la figura del Apóstol Santiago, patrono de España.
La
nave está dividida en cuatro tramos dónde hay en ella seis capillas y en los
murales ocho tapices flamencos del siglo XVI, aunque los que hoy hay expuestos
son copias del siglo XX, teniendo como tema el Apocalipsis de San Juan.
Avanzando por la cripta,
aparecen a izquierda y derecha, capillas presididas por imágenes de la Virgen
María, con distintas advocaciones, en alabastro, de 5,50 metros de altura.
Dentro de cada capilla aparecen trípticos emulando el estilo del siglo XV, que
tapan las puertas de los osarios que contienen los restos de los caídos en la
guerra civil.
Según se entra y se camina hacia
el altar mayor nos encontramos con la primera capilla de la izquierda que
representa a la Virgen de África, patrona de Ceuta, con escudo de Franco. En la
primera de la derecha está representada en alabastro María Inmaculada, patrona
de la Infantería española. En la segunda a la izquierda se encuentra la Virgen
de la Merced, liberadora de cautivos. El puesto de la segunda capilla de la
derecha corresponde a la Virgen del Carmen, patrona de la Marina. En la tercera
capilla de la izquierda está la Virgen del Pilar, patrona de la
Hispanidad y por último en la derecha la Virgen de Loreto, patrona de la
Aviación.
El altar mayor es de una pieza
de granito pulimentado. Cuenta con dos relieves de hierro dorado que representan
el Santo Entierro y la Sagrada Cena. Sobre el altar se encuentra una cruz de
madera de enebro con un Jesucristo. Tras él se encuentra la tumba de Francisco
Franco y frente a él la de José Antonio Primo de Rivera. Está encuadrado por
cuatro arcángeles de bronce. Sobre el altar mayor la cúpula de 42 metros de
altura y 40 de diámetro, decorada con un mosaico policromado.
Pero voy a detenerme en el tema
de los arcángeles un poco más ya que fue una de las cosas más inquietantes de
mi visita al lugar. Estar en medio, custodiado por esas cuatro estatuas de 7
metros de altura no te deja indiferente, al menos uno de ellos. Si empezamos
por la izquierda nos encontramos con San Rafael con el bastón de caminante y el
pez, es acompañante en las sendas de la vida. Enfrente, en sentido de las
agujas del reloj, nos encontramos con el arcángel San Miguel con la espada con
la que luchó y venció al diablo. El siguiente arcángel es San Gabriel con una
azucena, este arcángel anunció a la Virgen María que sería Madre de Dios. Y por
último se presenta ante nosotros la imagen de la misma muerte. Y es que este
último arcángel que custodia el altar mayor no es otro que Azrael, también
conocido como el ángel de la muerte, es el encargado de guiar a los fallecidos
hasta Dios. No simboliza nada satánico ni el mal, todo lo contrario, pero es
sorprendente que este oscuro icono complete la serie siendo tan distinto a los
demás. Para empezar, todos portan un símbolo entre sus manos, como decía antes,
y todos están descubiertos y con la mirada dirigida al cielo. Azrael no porta
nada en sus manos, si no que las tiene unidas y levantadas por encima de su
cabeza, y esta, al contrario que los demás, esta encapuchada e inclinada con la
mirada hacia abajo.
En la cabecera del crucero está
el coro, con sitiales en madera labrada. En los laterales hay dos capillas con
buena parte de los restos de las personas que hay enterradas en la basílica.
Construcción
El Valle de los Caídos fue
excavado por presos políticos, aunque dada la inexistencia de tuneladoras por
esa época, fue también necesaria la dirección de ingenieros y obreros
especializados externos. No obstante, se empleaba en estas tareas a presos
procedentes de las zonas mineras, para dinamitar la roca, un trabajo no
realizable por otros presos tales como campesinos, militares ni obreros
industriales, que eran dedicados al simple peonaje.
En su construcción trabajaron cerca
de 20.000 de presos republicanos que, de esta forma, redimieron parte de la
condena que les había sido impuesta, en función de la fórmula: ‘1 día de
trabajo = 2 días de remisión de pena’. Pero muchos de estos presos no llegaron
nunca a gozar de la libertad pues debido al tipo de trabajo, que exigía el
manejo de grandes bloques de piedra, y por la falta de medidas de seguridad de
la época, los accidentes eran diarios, y en muchos casos mortales.
Algunas fuentes presenciales,
como un médico preso que trabajó en la obra durante dieciocho años, afirman que
murieron 14 presos durante todo el periodo de construcción. Pese a ello, existe
una fuente que estima que unos 27.000 soldados republicanos murieron durante su
construcción.
Cadáveres sin identificar
En el monasterio se encuentran
en 19 archivos las fichas con los datos de aproximadamente la mitad de los allí
enterrados. Se desconoce la identidad de la otra mitad, existiendo varias
hipótesis, y siendo casi seguro que fueron recogidos de fosas comunes después
de la Guerra Civil y hasta 1983. Según algunas investigaciones se ha
documentado que al menos 500 cadáveres fueron trasladados sin el consentimiento
de sus familiares.
Diversas fuentes aseguran que se
ordenó trasladar los cadáveres de los nacionalistas abatidos para que reposaran
al lado de sus líderes, pero los familiares de los muertos se negaron a la
exhumación por lo que el entonces ministro de Gobernación solucionó el problema
ordenando a los gobernadores civiles que incluyeran en los envíos a republicanos,
tal vez republicanos desaparecidos que reposaban en fosas comunes y cuyo
traslado a la Abadía significaría ahorrarse problemas futuros.
Otras fuentes aportan cifras más
escalofriantes, aseguran que en el Valle de los Caídos “descansan” cerca de
80.000 cadáveres y que sólo 20.000 están identificados, cadáveres, por
descontado, del bando nacionalista. Los otros 60.000 serían, presuntamente,
además de los republicanos trasladados, los fallecidos en la construcción del
monumento.
Polémica sobre la tumba de
Franco
Como es lógico, aunque el
monumento está dedicado a la memoria de los caídos en la Guerra Civil Española
(controversia de bandos aparte), Franco no es uno de los caídos de la guerra ya
que murió 36 años después de que la contienda finalizase, no como José Antonio
Primo de Rivera que sí murió fusilado en el 36.
José Antonio Primo de Rivera |
Aunque, supuestamente, el
dictador nunca afirmó públicamente que su intención era la de ser enterrado
allí, si existen varios testimonios que afirman que todo estaba preparado para
ocupar esa tumba. El hecho de que el dictador repose con los abatidos de la
guerra como uno más y mejor, de forma exaltada en el centro del altar mayor con
nombre y apellido, mientras otros de los miles allí enterrados no tienen ni una
sola inicial, ni una fecha, es cuanto menos polémico.
Franco oculto y antimasónico
Existe una información que
afirma que, en un principio, el esbozo del futuro mausoleo lo hacía un
monumento más faraónico y místico y alejado de su férrea fe católica. Se
trataba de una pirámide de las mismas dimensiones que la cruz que hay hoy en
día. Al parecer, Franco rechazó este esbozo rápidamente.
El misticismo o incluso
paganismo que albergan las pirámides hubiese sido un escándalo para los
fervientes seguidores del caudillo, pero también una provocación a las
supuestas sociedades secretas dónde no dejaron formar parte al dictador, como
la masonería.
La masonería es una institución discreta
de carácter iniciático, no religiosa, filantrópica, simbólica y filosófica
fundada en un sentimiento de fraternidad. Tiene como objetivo la búsqueda de la
verdad a través de la razón y fomentar el desarrollo intelectual y moral del
ser humano, además del progreso social.
Desde su surgimiento la
masonería ha sido considerada por no pocas personalidades e instituciones como
una asociación peligrosa por su carácter secreto. Muchos la ven como una
sociedad secreta de corte esotérico y ocultista que procura destruir la
civilización cristiana y la Iglesia católica.
Otros miembros de la familia de
Franco si formaban parte de la masonería pero a él no se le permitió entrar,
tal vez eso fue lo que desencadenó el odio profundo que sentía hacia ellos. El
éxito de su hermano Ramón Franco, el aviador que consiguió cruzar el Atlántico,
conocido por su ideología progresista y pertenencia a la masonería, acentuaría
en Francisco Franco, la sensación de inferioridad. Obligado a conformarse con
ingresar en el Ejército de Tierra. También su padre era masón, y que se le
impidiera a él entrar hasta en dos ocasiones en la sociedad debió frustrar sus
expectativas y desarrollar su inquina hacia la masonería.
Ramón Franco |
Su ascenso hasta la jefatura del
bando sublevado en la Guerra Civil Española le permitió concentrar la represión
en los elementos que percibía como antiespañoles: masones e izquierdistas,
rasgos que veía en la totalidad de los defensores de la República. La
reconstrucción que ordenó hacer el propio Franco en el Archivo General de la
Guerra Civil de Salamanca, junto a los papeles incautados, de una sala donde se
reprodujera toda la parafernalia decorativa de una logia masónica, acumulando
toda clase de elementos truculentos, da una buena muestra de su
antimasonerismo.
En memorables discursos públicos
de Franco, además de referirse a la pertinaz sequía, se prodigaba en
referencias a la «conspiración judeomasónica» como culpable de todos los males
de España.
Pero, Franco también tenía un
lado oculto, al parecer su madre era médium y participó en múltiples sesiones
espiritistas, siempre sin salirse de su ferviente fe cristiana, Franco de niño
estaba muy unido a su madre, y empapó todo ese esoterismo que luego recolectó y
dio forma en el Valle de los Caídos.
Al parecer Franco no tuvo una
infancia muy feliz debido a la separación de sus padres. En su infancia pudo
ser blanco de las burlas y mofas de los otros muchachos por su corta estatura y
voz atiplada. En la academia militar en una ocasión le segaron el cañón del
fusil quince centímetros y le obligaron a desfilar con él. Siempre se le
conoció por un diminutivo: en la infancia, muy delgado y de aspecto enfermizo,
le apodaron “cerillito” y en la academia: “Franquito” o “comandantín”. Todavía
en 1936 cuando el general Sanjurjo reprochó su falta de decisión frente al
levantamiento, lo haría en estos términos: “Franquito es un cuquito que va a lo
suyito”, siendo apodado por los confabulados, cansados de sus vacilaciones,
como “miss Canarias 1936”. Evidentemente estas burlas perfilarían y reforzarían
su personalidad y hasta podría haber proyectado un supuesto complejo de
inferioridad en la Abadía con titánicas esculturas de símbolos tan religiosos
como bélicos, apocalípticos y ocultos. Sin pasar por alto la megalomanía que
desprende la cruz de 150 m de altura visible a más de 40 km de distancia.
He de decir que, a pesar de todo
me parece un lugar impresionante, muy frio y enigmático, en mi opinión la
cualidad de templo le sobra. Pero está ahí como un recordatorio colosal, un
monumento de magnitudes proporcionales a TODO lo malo que nos acarreó la Guerra
Civil Española.
Fuentes:
Hola amigo del Blog, que suerte la tuya poder ir a estos geniales lugares. Tengo por costumbre visitar viejas iglesias (y nuevas tambien). No hay oportunidad que deje pasar, tambien grabo en cinta los sonidos del lugar cuando no hay nadie. Se nota que el valle de los caidos es mas que interesante por la historia de la tumba de Franco y triste por los muertos que acarreo su consruccion. De 10 el post, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias! En realidad soy amiga, no amigo. La verdad es que voy a este tipo de lugares menos de lo que me gustaría, pero algo es algo. Eso si, siempre pensando en compartir las historias. Un saludo
EliminarYo fui un estudiante de allí. Estudie 5º de primaria y menos mal q era un espabilado y logré enterarme de muchas cosas con esa edad. Ahora tengo 19 y me gustaría decir que allí algo ocurre. La estatua de Azrael desde que llegue y cada mañana íbamos a las 12:00 a la misa, me quedaba atontado mirándola. No se por que pero es la única estatua que me llama la atención como si estuviese allí por algo o para algo. También decir que muchas veces me castigaron de rodillas fuera de las habitaciones o en la planta de las clases incluso en la planta de abajo de la entrada y escuchabas muchas cosas. Mesas, sillas, veías siluetas y yo pues llorando y suplicando que me metiesen en la habitación con todos mis compañeros ya que no aguantaba ese miedo. También me contaron que hubo un exorcismo allí en mitad de la capilla central y a parte en el Claustro siempre que te quedabas solo o con un compañero empezabas a ver muchas sombras.
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